A la
conquista de la corte
Pronto
se le hizo pequeña Sevilla a Velázquez e intentó ganar una colocación en la
corte, donde se había instalado recientemente Felipe IV, rey de pocas luces
diplomáticas aunque muy aficionado a las artes y que con el tiempo llegaría a
sentir por el pintor una gran devoción y hasta una rara necesidad de su
compañía. En su primer viaje a Madrid no tuvo suerte, pues tenía menester de
muchas recomendaciones para acceder a palacio y se volvió a su tierra natal sin
haber cosechado el menor éxito. Hubiera sido una verdadera lástima que su
protector y suegro no le hubiese encarecido y animado a intentarlo de nuevo al
año siguiente, porque de otro modo el prometedor Diego hubiera quedado
confinado en un ambiente excesivamente provinciano, ajeno a los nuevos aires
que circulaban por los ambientes cosmopolitas de las cortes de Europa.